"En el habla popular no todo es plebeyo, sino que hay voces de abolengo que fueron de reyes o de los más altos documentos". Nos dice Vicente García de Diego, en su libro: Presente y futuro de la lengua española.
Esta afirmación me anima a recrear parte de un código lingüístico que ya suena arcaico en este mundo global en el que estamos inmersos, pero que no deja de ser interesante para aquellos que todavía entendemos el habla de nuestros abuelos.
Y el resultado es este trabajo donde se recogen frases de rancia solera, propias del medio rural de la subcomarca burgalesa del Valle del río Esgueva, construidas con términos de uso habitual en el pueblo de Villatuelda y que se definen en el vocabulario de las páginas siguientes, para facilitar su comprensión:
Llevamos dos semanas que se vienen alternando el ábrigo y el bajero. Hasta que no sople el cierzo o el regañón, no dejarán de caer aguarradas; pero con el cambio, pueden amanecer los árboles con carama.
No tendían otra cosa que hacer esos alipendes, que pasar el tiempo dando voltinetas y chingoletas en el pajiguero de la era. Se han puesto de tamo hasta el gargabero y uno va anqueando.
Como no has querido agarrar del cornijal, he topinado y me he pegado la trapajada al ir a vaciar el costal, en las trojes del desván.
No me extraña que la gente vaya en manguetas y pernetas. Como el verano siga así, vamos a terminar todos en folguetas, o acabaremos ajigolados en estos retosteros.
Vi un matacán comiendo mielgas junto a un majano. Le azupé los perros y si que le guiparon, pero al rato volvieron aspiados y con galbana.
Antes de emparvar, procura abaliar el balaguero y sacar las espigas a la tendida para que se trillen bien y no salgan granzas al beldar.
Ya me dejarás otro día el macho para coyuntar, porque al llegar al repecho del cotarro del páramo con la yunta, se rompió la costilla del ubio y no pude binar la tierra.
No hay manera de que arregostes. El otro día ya te caíste relocho por jugar al quiricojo en esos andurriales, y hoy seguro que te esbaras y terminas escalabrado o mancado.
Antes de las mosterías, tenemos que hacer un lagarejo a ese perillán; que es un fato y nos va a tomar por cenorios a quienes se asusta con sacamantecas.
Trae los hocinos, las zoquetas y la hacina de los vencejos, que vamos a segar cuatro emelgas al páramo, porque en la vega aún está cerollo.
En la matanza se pipó de almorzaderas y se chingó unos cancarros de media azumbre, con lo que terminó pilili; y volvió a casa dando argallones. Estaba más atufado que la zarcera.
Abrígate bien con la pelerina y la chalina; que si no, vas a terminar arrecida con tanta friura como cae. Yo, casi cojo un pasmo por salir sin ponerme la pelliza y el tapabocas.
Que si once, que si doce arrobas. Tanto porfiar con el peso del cochino, que no quedó más remedio que echar mano de la romana, y empezamos tarde a estazar.
El viernes santo, las campanas no pueden tocar ni a clamor; así que los monaguillos tocan las carracas y las matracas para que la gente acuda a los oficios y a la carrera.
El gato del vecino las está pasando canutas. Esta noche andaba en marzas y le atinó con las trévedes en todo el espinazo. Debe estar esguarnillado o eslomado.
Ya tengo preparados todos los belezos para la matanza. Las orzas, la duerna y los barreñones, lavados. Las zafras estan llenas y la sal preparada para los perniles y el jamón.
Si quieres secar bien la ropa, coloca el brasero con la alambrera puesta en el centro del azufrador, para que no se asure ninguna prenda.
¡Entrepato!, que no sabes ni hacer adobes con la mincalera. En vez de candajear, escorreate con el montero, que si no vas a probar los gabilanes.
Ayer cerní la harina con el cedazo y ya tengo la masa con la levadura en la artesa; solo me falta hacer las hogazas y marcarlas con la artera antes de meterlas a la padilla del cocedero.
Como llovia, preparmos la porronada en el contador de la bodega y pusimos el pozal de mesa. De avío tuvimos unos cicharrones y unas botagueñas, que acompañamos con un ojogallo del país que tenía zurrapas.
Ya hemos dado corte. Alcanza los tablones, los machones y el marrano que vamos preparando el castillar, y cuando vengan más aparceros del lagar, giraremos el husillo para que suba el pilón, baje la viga, exprima las uvas y ganemos trinchera.
Hoy también había un huevo en álgara, en el gallinero. He cogido todos y he dejado el güero en el nial.
Por el solano hay dimudo. Esas nubes y la canícula de esta mañana, barruntan tormenta.
Antonio Adeliño Vélez
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