La iglesia de Villatuelda, es un edificio emblemático del pueblo, un lugar de culto, querido y apreciado por sus habitantes y visitantes. Todo un símbolo dentro del pequeño pueblo que reluce hoy en día en todo su esplendor. Pero no siempre ha sido así, hubo un tiempo en que el edificio se encontraba gravemente enfermo, llegando a un término en que de no actuar con prontitud se acrecentarían sus dolencias llegando a temer por su vida.
Esta vez no bastaban simples analgésicos que parchearan su estado, era necesario intervenir, y había que hacerlo pronto, eso estaba claro, pero por desgracia no se contaban con medios suficientes para proceder a su restauración, lo que suponía un problema.
Esta que narro a continuación (y que se complementa con las fotos publicadas en nuestro Facebook) es la historia de un pequeño pueblo del valle del Esgueva, Villatuelda, que supo sobreponerse a las adversidades y unirse en su empeño por conseguir su objetivo, lo que sucedió en aquel entonces forma parte de la memoria colectiva del pueblo, lo que suceda en el futuro es una decisión que dejo en vuestras manos.
Nos encontramos en 1994 y el lamentable estado del edificio aconseja intervenir para evitar su progresivo deterioro, sin embargo el elevado coste del proyecto, los escasos recursos de la Parroquia y el reducido número de habitantes del pueblo, impiden la realización de las obras; esto unido a la negativa de la Junta de Castilla y León y de la Diputación Provincial de subvencionar el proyecto, inicialmente pensado en la sustitución de la cubierta y saneamiento de las humedades del todo el perímetro de la iglesia, obligan a replantear el proyecto, proponiendo entonces, en Agosto de 1994, recaudar fondos entre los vecinos.
La propuesta se realiza durante las fiestas patronales del mencionado año, siento esta la época de mayor apogeo del pueblo, con la presencia de numerosos hijos del pueblo y residentes en otros municipios.
La idea que se plantea, teniendo en cuenta el dinero del que se dispone, consiste en limpiar las paredes de yeso y cal, renovar la instalación eléctrica colocando apliques de forja e instalar calefacción. La propuesta tiene buena acogida entre la población que va ofreciendo aportaciones económicas para la causa y su colaboración en los trabajos; asimismo, se reemprenden gestiones para conseguir subvenciones de las administraciones.
Las obras se inician en otoño del mismo año (1994). Con el asesoramiento de la Delegación Diocesana de Patrimonio, se decide el traslado del actual retablo de San Mamés, que por su antigüedad y calidad es el de mayor valor artístico de la parroquia, compuesto por tablas pintadas al temple, al taller Diocesano de restauración, para de este modo recuperar las pinturas muy deterioradas, lo que conlleva al mismo tiempo a modo de compensación para recuperar el importe de la restauración, la exposición durante 10 años en el Museo del retablo.
Sin embargo el Museo del retablo se ve obligado a cerrar sus puertas unos años después, y aunque la restauración se lleva a cabo, al no exponerse durante el tiempo estipulado (únicamente se expone la predela), no se puede sufragar el importe de la restauración. Esto unido a las reticencias de la Delegación Diocesana de Patrimonio a devolver el retablo a Villatuelda, alegando casusas de seguridad de la parroquia, conllevan una ausencia del retablo mayor de lo acordado inicialmente, concretamente 4 años más.
En el año 2008, José Luis Corral Gómez, nuevo párroco de Villatuelda desde 2006, vuelve a retomar las conversaciones, acordando la devolución del retablo a cambio del pago de un porcentaje del coste de la restauración, al no haberse podido amortizar este debido al cierre del Museo. El retablo regresará a su hogar en Abril de 2008.
Cinco años después, en 2012, y gracias a la aportación económica de un natural de Villatuelda, complementada en menor medida con la de la parroquia, se llevarán a cabo las tareas de decoración del retablo, que por el devenir histórico solo había conservado su marco en la parte de la predela. Esto unido a la colocación de una nueva pintura contemporánea del calvario, que completa el hueco que antiguamente se dejaba para la figura del Santo, completaran un restaurado, decorado, renovado y reluciente retablo de San Mamés.
Durante la restauración de 1994, el resto de retablos serán desmantelados para su limpieza y tratamiento con productos anti carcoma, y posteriormente montados sobre mesas de madera de olmo; dicho movimiento resulta propicio para limpiar las piedras ocultas por los retablos, la renovación de las vidrieras de las ventanas que estos ocultaban y la colocación del nuevo entarimado.
Destacar que el retablo de San Isidro que se encontraba en el altar presidiendo el templo se desplaza a la segunda capilla a la derecha del crucero, dejando su ático en la sacristía al tapar este la ventana lateral. Esto permite la contemplación de una de las partes más bellas de la iglesia, oculta anteriormente por dicho retablo.
Durante esta fase se instala la calefacción, se cambian las cerraduras, herrajes y fallebas de puertas y se modifica la instalación eléctrica instalando nuevos candelabros hechos a mano por el herrero del pueblo. La duración de las obras es de 6 meses aproximadamente, durante la cual se celebra la eucaristía en las antiguas escuelas del pueblo.
La falta de dinero impide continuar; en 1995 y 1996 (2 años después) se reciben subvenciones de la Junta de Castilla y León, la Diputación Provincial y el Arzobispado, lo que permite, haciendo números, costear los materiales para las obras de sustitución de la cubierta del templo, obras que no pudieron realizarse en un primer momento por falta de dinero. Para sufragar el coste de la mano de obra, en Agosto de 1996 se solicitan, una vez más, donativos para la causa.
En 1978, ya se llevo a cabo una reparación del tejado del templo, para arreglar de este modo las muchas goteras que tenía, pero en esa ocasión se colocó una cubierta de uralita. No había dinero suficiente para sustituir las tabletas; además para sufragar este gasto la iglesia se vio obligada a desprenderse de un Cristo románico que, desde entonces y en la actualidad se encuentra en la Parroquia de San Julián en Burgos.
Esta vez todo es diferente. El tesón en la recaudación de fondos ha dado sus frutos, y el vecino pueblo de Torresandino (al reconstruir su ayuntamiento y guardar sus antiguas tejas), así como varios vecinos de Villatuelda y Torresandino, han donado las tejas árabes que cubrirán el renovado tejado, siendo este más acorde al estilo del templo.
Durante el proceso se derriba el campanario adosado a la espadaña, muy deteriorado; se colocan cornisas iguales a las ya existentes y se nivela toda la estructura. Una vez desescombrado y acondicionado, se procede a la colocación de la nueva estructura de madera de pino, las soleras, los canes y entrecanes y los pares que parten hacia la cumbrera o caballete; sobre esta se colocan las tabletas, el onduline y por fin, la teja árabe vieja.
De nuevo a la finalización de las obras, el dinero impone una pausa, más corta esta vez, 6 meses, que dura hasta noviembre de 1997; en esta fecha se inicia la tercera fase, sin embargo el párroco D. Juan Manuel Valderrama, que con gran esfuerzo ha conseguido llevar a buen puerto las anteriores obras de restauración y estudiado y planificado esta tercera es sustituido en Septiembre de 1997 por D. Antonio García-Cano Lizcano que seguirá su estela concluyendo la tercera fase de las obras.
En esta fase se sustituye el techo de la sacristía que adolece de goteras y se sanea el exterior del edificio; el contorno exterior del edificio se encuentra enterrado a casi dos metros bajo tierra, lo que provoca mucha humedad en el interior, es necesario descubrir la cimentación, revocar las paredes con cemento y poner una tela especial anti humedad pegada a las paredes, también se coloca un tubo de desagüe.
Estamos en enero de 1998 y se inaugura oficialmente el restaurado templo, casi 3 años y medio después del inicio de las obras. Haciendo números se pueden resumir los costes siguientes:
1º Fase: Restauración interior del templo y retablos. Coste final 4.100.000 Pts.
2ª Fase: Sustitución de la cubierta del templo. Coste final 6.400.000 Pts.
3ª Fase: Sacristía y saneamiento exterior. Coste final: 3.200.000 Pts.
Esto supone un coste total de 13.700.000 Pts., lo que para la época suponía suficiente dinero como para comprar un piso; tres cuartas partes de este importe es sufragado por el pueblo de Villatuelda, el resto se obtiene de subvenciones.
Estas fueron las obras más relevantes y de mayor coste; en años posteriores se realizaran mas obras para mantener en buen estado el templo, entre ellas la más destacable es la restauración de las campanas, realizada en 2004, donde se sustituyeron los yugos en mal estado y se fundieron las campanas mediana y pequeña, rajada y rota respectivamente, para hacer dos nuevas campanas, trabajo que realizo Campanas Quintana (Palencia). También se instalo el sistema automático para el toque de las campanas. El coste fue de 3 millones de pesetas aproximadamente y llevo 4 meses realizar las labores.
En Abril de 1998, después de la finalización de la tercera fase de las obras, un vecino de Villatuelda dejara constancia escrita de la proeza acaecida durante la época, gracias a la cual (entre otras fuentes), hoy, 14 años después, es posible publicar esta narración.
Una narración de recuerdos, de tiempos pasados, de una hazaña que, de intentarse hogaño puede parecernos imposible por su dificultad, pero que basta con la contemplación de la iglesia de Villatuelda, prueba fehaciente de lo sucedido, para ver que es real, otorgando al templo además de su valor histórico y artístico, un gran valor emocional por la gran dedicación, sacrificio, esfuerzo y trabajo de sus vecinos, muchos de los cuales descansan hoy bajo el templo al que por aquel entonces decidieron salvar la vida.
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