A todos los aquí presentes, los que tenéis vuestras raíces a la sombra de la iglesia de este pueblo, y los que las tenéis repartidas por cualquier rincón de España o de Europa.
A todos los que estos días se acercan para convivir con nosotros, a todos convocamos hoy a esta fiesta de chocolatada y paella, de charanga y de danzantes, de tuta y de mus, de campanas y verbenas.
Hoy este pueblo da la bienvenida a vecinos y amigos, porque ha llegado el momento de la alegría y el bailar, la danza y el chospar; durante estos días quedan encerradas bajo candado, las penas y las tristuras, las palabras agrias y las miradas torvas; que cada cual viva la fiesta a su manera, que se abracen los novios y los casados en las verbenas y los adolescentes en las bodegas, o en las cocheras o donde les de la real gana, y que se cante y que se baile; porque a pesar de las dificultades y de las incertidumbres y porque no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista, es necesario hacer un hueco, tomarnos un respiro y pintar de colores las sombras de nuestras vidas y celebrar el hecho de vernos año tras año, porque eso significa que seguimos vivos.
Gracias a las fiestas, los que aquí vivís y trabajáis todo el año, experimentáis que, por unos días, el pueblo se ilumina y, en cierto modo, se rehace; y los que un día, más o menos lejano emigramos, podemos encontrar nuestras raíces, las caras amigas, los olores familiares. La fiesta se convierte así en un espacio para el encuentro, para el rejuvenecimiento, para la nostalgia y, sobre todo, para las ilusiones que cada año se renuevan.
Un pueblo que sabe divertirse a fondo, en paz y armonía, es un pueblo culto y sabio.
Yo os deseo que sean estas unas buenas fiestas, que se graben en la memoria de todos para que su recuerdo alivie la morriña de los que tendrán que irse de nuevo y anime a los que se queden a seguir trabajando juntos, a aparcar las diferencias, para conseguir una villa más habitable y feliz.
¡FELICES FIESTAS 2013!
Por: Carlos Tamayo González
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